Sancho y la sabiduría
En una de las andanzas del Quijote con Sancho Panza sucede que unos duques los separan. Los duques, con ganas de burlarse del Quijote, lo invitan a quedarse con ellos en su palacete y lo hacen vivir distintas situaciones para entretenerse a costa de él. A Sancho, del mismo modo, le dan una ínsula para que administre, tal y como El Quijote le había prometido. En dicho territorio, a Sancho le hacen pasar hambre bajo pretextos varios y lo hacen impartir justicia sobre sus dominios. Supongo que de cierta forma no importa si se tratase de una burla, la palabra del Quijote se cumple.
Un caso muy particular fue lo que aconteció en uno de los puentes del territorio. Sucede que para cruzarlo se debe pasar por una gacetilla con jueces. Dichos jueces preguntarían el motivo por el que se quiere cruzar el río. Si el motivo resultaba ser cierto, uno pasaría sin inconvenientes, pero si resultaba ser mentira, entonces lo colgarían.
Ahora, el problema del caso es que Sancho recibe un mensajero pidiendo instrucciones sobre qué hacer ya que un viajero quiere cruzar el puente para ser colgado. ¿Qué se puede hacer? ¿Acaso los jueces saben la verdad de manera objetiva?
Si así fuera, entonces nos encontramos con un problema diferente. Ya trasciende la situación misma del sujeto a ser colgado o no. Sancho Panza, siempre y cuando tuviera víctimas, sería omnisciente. Podría enviar súbditos a hacer, por ejemplo, la siguiente afirmación: “Esta temporada tendremos una buena cosecha”. Si el súbdito es colgado al cruzar, entonces sabremos que ese año no habría una buena cosecha y podría prepararse mejor las provisiones del invierno y así administrar mejor la ínsula.
De hecho, si sabemos que los jueces son capaces de saber lo que es cierto, como si se tratara de una versión de las Moiras, entonces la omnisciencia se volvería omnipotencia. Sancho Panza podría enviar un súbdito, o el mismo Sancho podría ir, y decir: “De cualquier manera me cuelgan o habrá una gran riqueza en esta ínsula”. Si lo cuelgan, entonces habría dicho la verdad por lo que no lo deberían haber colgado y así sucesivamente. La única manera de no caer en la paradoja sería entonces volver cierta la otra afirmación que es la de que haya una gran riqueza en la ínsula. Si al universo no le agrada las paradojas y habría de hacer cualquier cosa para evitarlas, entonces ocurriría el milagro de volverse ciertas todas las premisas de Sancho.
Lamentablemente, más allá de la paradoja de Pinocho diciendo que su nariz crecerá, no sabemos si los jueces saben efectivamente cuál es la verdad. Probablemente sea una verdad subjetiva sobre lo que creen verdadero.
Sí sabemos que Sancho Panza no es el más listo de los personajes alguna vez escritos, y también sabemos que no es de mal corazón por lo que no sacrificaría de tal manera a los habitantes de sus tierras de manera tan injusta.
Ante tal problema, Sancho se hace repetir el inconveniente una y otra vez para pensar en la solución. Parece ser que primero intenta imitar al Rey Salomón de manera poco exitosa. Quiere dividir al hombre para que la parte mentirosa sea colgada y la parte verdadera cruce, pero el viajero moriría y así no se impartiría justicia.
Finalmente, Sancho recuerda una de las enseñanzas del Quijote: “Si no alcanza la justicia terrenal, entonces que prime la misericordia”, y por eso, dejan pasar ileso al viajero.