La grasa de las teclas.
La grasa que brillaba en las teclas de mi computadora me indicó lo que tengo que escribir. Puede sonar arbitrario y sucio, pero no hay diferencia a la caída de los huesos de un pollo para un chamán. Leer la borla de café es simplemente seguir los vestigios de una realidad que probablemente sea simulada y detectar estos patrones aleatorios no me hacen menos inteligente que alguien que se dignifica de creer en una realidad incomprobable.
Sigo pulsando sólo las teclas que tienen brillo de la grasa de mis dedos por la hamburguesa que comí o de todo lo otro que habré comido y sin embargo realmente tiene sentido lo que escribo. Es que lo estoy escribiendo porque tiene sentido.
Así que quién mierda me puede venir a parar y decir que lo que hago es una asquerosidad cuando leer los huesos de un pollo de mierda caído en un cuero trucho en un tambor de cuarta también es una asquerosidad pero la logramos normalizar.
Si normalizáramos cada boludez que hacemos el mundo seguramente tendría una serie de determinismos hermosos. No hay más dudas.
Si el semáforo justo se cambió cuando llegaba a la esquina es porque mi ritmo al caminar era el perfecto. O quizá hay un estudio que comprueba la velocidad promedio de los humanos y el semáforo estaba configurado con esa velocidad en mente. Probablemente no exista ese estudio, pero no tengo manera de saber que no existe. Si a mí — que estoy todo el día pensando en pavadas — se me ocurrió un concepto como “velocidad de caminata promedio del humano”, entonces a alguna mente brillante se le tiene que haber ocurrido también. Es un poco más sofisticado que pensar que tenemos un destino, pero a grandes rasgos es lo mismo que decir que tenemos un destino.
A ver, resumo porque parece que no me estoy haciendo entender: pensar que a alguien más inteligente seguro ya se le ocurrió lo que pienso es lo mismo que pensar en el destino porque el destino es decir que a alguien más inteligente — que vendría a ser Dios — ya se le había ocurrido.
¿Y pero entonces para qué mierda lo volvemos tan complejo? Estuvimos una banda de tiempo pensando en la existencia de Dios como entidad omnipotente, omnipresente para luego decir que no existe, para luego definir a la realidad como algo omnipotente y omnipresente. Como si acaso no fuera la misma mierda…
El destino no es más que la proyección de un ritmo y a veces ese ritmo podés lograr que coincida con la belleza casual del universo cuando hay algo que exceda tus atributos conscientes.
O al menos eso es lo que me está diciendo la grasa de las teclas.