Homo Ludens

Naoto Nakasone
3 min readJan 7, 2019

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Cuando me encontré con la fibra de la historia me cagué de la risa. Después de una búsqueda de casi treinta años, mi mayor sorpresa fue que el codex de la humanidad era resguardada por un cónclave de comediantes.

Uno pensaría que el libro que contiene todas las respuestas de la humanidad estaría en algún templo secreto de alguna cueva custodiada, pero eso sería interpretar a la raza humana de manera equivocada.

Me topé con las respuestas en un sótano de Congreso, a pocas cuadras de la estación de Akihabara. Necesitaba conseguir un repuesto para la selladora de vacío de mi hermana. Estaban en un estante juntando polvo al lado de las botellas más caras que nunca nadie tomaba porque nadie tiene plata como para mirar en esa dirección.

Era noche de micrófono abierto. Como era de esperarse, en el público mayormente se encontraban otros comediantes que buscaban ver el material de sus colegas.

Es complicado escribir en joda y que la gente se dé cuenta que estás escribiendo en joda. O más bien, es difícil escribir en joda y que la gente se dé cuenta que escribís bien al escribir en joda.

Hay un área de rebote entre los confines de escribir bien y la sorna. Hace que la habilidad de proporcionar gracia sea casi equivalente a administrar ironía a los valores que consideramos absolutos.

Si lo que hacemos al renovar los modos de escribir es mofarnos de lo anterior, ¿Cómo podemos estar seguros de que los autores que tanto renombre damos no se están burlando de nosotros?

Aquellos que creemos que escriben de manera paródica y sarcástica simplemente son malos ocultando su humor. Tal vez son aquellos que creemos más serios los que están descostillándose en su propio chiste interno.

Y más gracia me daría, si al pensar en los lectores como gente incapaz de detectar el chiste, gano fama casi de manera irónica.

El Quijote o Madame Bovary son eso.

¿Y qué tal si todo acontecimiento es el resultado de una larga sucesión de chistes que han ido demasiado lejos? Si todo es consecuencia de una imaginación que desafía los límites del absurdo a un punto amoral o incluso malvado. Nuestra capacidad de análisis sería producto de una mente adicta a descomponer la realidad para burlarnos de sus elementos de manera más efectiva.

-¿No sería re flashero si le pego un tiro al archiduke Francisco Fernando?

Y el archiduke, con una birra en la mano, estallado de la risa diría — Uh, claramente ahora lo vas a tener que hacer.

John Huizinga nos habla de homo ludens en lugar de homo sapiens sapiens. Es decir, al cambiarnos nuestra nomenclatura antepone la capacidad de jugar a la habilidad de pensar que pensamos. La palabra sapiens viene del latín y está conjugada como participio presente activo y significa “que piensa”. Es decir, el homo sapiens sapiens es el “hombre que piensa que piensa”. Lo que está queriendo decir Huizinga es que nuestro juego está en la naturaleza humana por delante de nuestra consciencia de ser. Ludus ergo sum.

De esta manera la ironía tendría un sentido más fundamental.

Si lo entendemos de manera tradicional, la ironía sería contradecirse hasta límites inofensivos. Pero cuando comenzamos a adentrarnos en lo verdaderamente irónico, podemos tardar años en navegar su desconcertante profundidad e intensidad. Creemos falsamente que el entusiasmo y la apertura aparente de los irónicos significa que llevan todo a la vista. Pero la realidad es que la espontaneidad de la ironía, la aparente incongruencia y el erratismo que ve el ojo no entrenado, no es producto de la avidez o falta de profundidad, sino lo contrario: es un impulso para expresar ideas sobre una energía mística que lo abarca todo en los confines de un mundo físico. Y subyacente a todo, está el principio de unión del absurdo, expresado de muchas maneras diferentes, pero inquebrantable e infinito en su núcleo.

Al final, la historia del mundo es una joda que quedó. La rueda que gira los acontecimientos no son más que el capricho de ludópatas que ponen su propia integridad moral como una ficha de casino. Tal vez el son de la crítica reside en tomarse un chiste muy en serio como para analizarlo.

¿Cómo lo sé?

En el codex, el libro de la humanidad, sólo había chistes de gallegos.

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Written by Naoto Nakasone

Borradores y cosas sin introducción, nudo o desenlace

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