Campo Semántico Japonés
En 1680 los discípulos de Matsuo Kinsaku plantaron un árbol de bananas o Basho en el patio de su maestro dando origen al pseudónimo del conocido poeta Matsuo Basho. Las bananas, en ese entonces, podían relacionarse con el haiku.
Cuatrocientos años después, el término banana se utiliza para referirse a un japonés crecido en occidente. El origen del término, por supuesto, se debe a que una banana es amarilla por fuera y blanca por dentro.
Por las flores rojas y carnosas de sus árboles, la banana es vista en Asia como un fruto que proviene de un árbol inspirador para artistas y poetas. Irónicamente, en occidente la banana se relaciona con las pijas.
Estoy haciendo pis, tratando de limpiar la frenada de caca del inodoro. Hace rato que ya no uso los mingitorios. Se me hizo costumbre porque un par de veces hubo tipos que me la miraron para saber si es verdadero el mito de que tenemos el pito chico.
Salgo del baño y me está buscando mi primo que en realidad no es mi primo.
Lo digo siempre de esa manera porque es mucho más fácil que explicar el hecho de que nuestros viejos sean del mismo pueblo, de la misma isla de Okinawa, que jugaban al Golf juntos y que en japonés la palabra “tipo” y “tío” son básicamente la misma, como los gallegos.
Así que el amigo de mi viejo es mi tío, y probablemente no es tan desacertada la idea si hace como 7.000 años que viven todos en la misma isla.
Al viejo de mi primo siempre me lo cruzo en la misma situación. Me agarra del hombro intentando compadrear conmigo mientras prepara un asado; queriendo decir algo indiscreto. Su aliento a vino me hace recordar que no tiene la intención de que lo tomen en serio, se ríe. Acto seguido me cuenta que conoce a mi viejo
-Desde los peces voladores. ¿Sabés lo que son los peces voladores?
Yo sólo le miro las manos curtidas.
Los exocétidos o peces voladores, son una familia de peces marinos que comprende cerca de 70 especies que se encuentran en todos los océanos. Su característica más inusual es el tamaño de las aletas pectorales que le permiten planear fuera del agua por distancias de hasta más de 50 metros.
Su nombre científico proviene del griego y significa “Dormir bajo las estrellas” porque es muy común que aterricen en la cubierta de los barcos durante la noche; tal y como ocurrió en el barco que trajo a nuestros padres de Japón.
Mi primo tiene puesta una remera con peces, una cadena gruesa de esas que venden los manteros y pantalón negro. La cadena la usa siempre desde que le dijeron que le quedaba yakuza, seguro también por eso la remera con peces koi.
Me invitó a salir con sus amigos. Lo único que destaco de esa noche fue una frase que dijeron:
-Si yo fuera japonés, en esta sociedad de mierda, ya me habría hecho el harakiri.
Harakiri significa ‘cortar el vientre’. No significa más que eso. Hasta podría ser una cesárea, o que te saquen el apéndice; yo nací de harakiri.
La ceremonia de suicidio a la que en realidad se está refiriendo se llama Seppuku.
Uno de los errores más comunes a la hora de caracterizar el idioma japonés es la creencia de que no posee la letra R, razón por la cual la gente al satirizar el idioma reemplaza todas las R por la L.
Lo cierto es que la R es uno de los sonidos más utilizados en el idioma. Es un sonido que incluso está en los verbos conjugados en el presente, y de hecho, tampoco tiene mucha lógica esa creencia dado que la palabra harakiri es japonesa. Es la L, por el contrario, la que no suele aparecer en el idioma.
En 1966, los productores de una agencia publicitaria encontraban en una tintorería de la calle Paraguay a Seiichi Furusho, mejor conocido como “Takayama Mentiloso”. Un personaje que interpretaba para las publicidades de las planchas Atma.
Corrían los últimos meses de aquel año cuando comenzó a instalarse la frase “Takayama mentiloso”, que corrió de boca en boca. Después vendrían otras muletillas como “La pleocupación de los tintolelos” o “El mejol legalo pala su mamá” que fueron frecuentes en el mundial del ’74 junto a las zapatillas “Interminables” del Ratón Ayala.
Atma empezó a vender planchas en cantidades sorprendentes, también cafeteras y otros electrodomésticos. A Furusho tampoco le fue mal con su picardía de los mitos urbanos. Comenzaron a convocarlo para diferentes ciclos humorísticos y hasta consiguió un lugar en el ciclo de Tato Bores.
Tengo que llevarle un disfraz de Pokemon a Masato, un japonés de 25 años que se dedica a la música y el entretenimiento. Estoy en la calle Florida para Galerías Pacífico. La calle Florida significa que, cuando pase, los arbolitos en vez de ofrecer dólares van a ofrecer yenes. Ni en pedo tienen yenes.
Me encuentro con Masato, con su computadora, editando un video que va a subir a las redes. Él es más cercano al chino gracioso que al chino rudo.
-Más cerca de Buda Hotei que de Buda Siddharta.
Cuando en el cotidiano se habla de Buda en Occidente, la gente suele pensar en un gordo pelado, sentado y riendo. Ese es Hotei, un monje Chino de la época de la Dinastía Liang que por su naturaleza bondadosa se le consideró una encarnación de Buda. También es la estatuilla más vendida en Occidente después de los enanos de jardín. Sin embargo, el Buda que todos consideran el “Dios” del budismo se trata de Siddharta Gautama, un príncipe de la India. Siddharta era retratado flaco y en los santuarios se lo puede ver en posición del loto, con una expresión serena y aire ceremonioso.
El personaje de Masato es a los japoneses lo que Hotei a Siddharta; la construcción de sus personajes son un tributo fiel al estereotipo que occidente cree que él es.
A mí me sirve. ¿Sabés quiénes fueron los únicos que no se quejaron de Speedy Gonzalez? Los mexicanos, porque la gente sentía más simpatía por México.
Los japoneses, como los mexicanos, tenemos un día de los muertos. Nos juntamos, les dejamos comida e incienso y charlamos bastante.
Recuerdo el primer día de los muertos después de que falleciera mi tío. Fuimos al jardín de paz a llevarle comida y prenderle unos cigarrillos 43–70 que le gustaban y que en parte lo mataron. Mi vieja se puso de rodillas y sacó una vianda, agarró la comida y cuidadosamente la ordenó frente a la placa de mi tío y en un tupper prendió un cigarrillo.
Después de que hiciéramos una plegaria pequeña, un tipo que estaba viendo la situación se nos acerca.
-Perdone, pero ¿de verdad ustedes piensan que se va a comer la comida?
El silencio respondió solo.
Me pregunto si su muerto olerá las flores.
Antes de que mi papá abriera la tintorería, trabajaba en un vivero de orquídeas, o de frutillas. Quizá de orquídeas y frutillas. Por ahí primero en uno de orquídeas y después en uno de frutillas. Realmente no lo sé. Habla de esa época como si fuera una sola. También era juez en torneos de Judo, trabajaba en un taller y tenía un Taunus naranja. Parece que mi viejo separa la vida en esas tres cosas: Las ratas, el vivero y la tintorería.
-Nosotros cazábamos ratas y ahora vivimos en Recoleta, ¿qué me va a importar si la casa está un poco desordenada?
Un niño de diez años, en cuclillas, recogiendo un balde lleno de ratas muertas antes de ir al colegio. El truco es armar un balde profundo, ponerle agua y un chorrito de veneno para que no chille; después con una tabla hacés un muelle de mentira con comida pegada en la punta. El muelle cae y tira la rata adentro del balde.
A mí me hubiera dado lástima, pero la municipalidad de Kunigami les pagaba por cada cola de rata y necesitaban la plata. La plaga se había salido de control.
-Éramos bastante vivos- Recuerda mi viejo, y explica- Cuando la rata era muy grande, le podías cortar la cola a la mitad y hacer de cuenta que eran dos.
La última vez que mi viejo cazó una rata yo tenía unos once o doce años; estábamos en el living viendo la tele. No sé de dónde habrá salido la laucha pero apenas apareció mi viejo ni tuvo que hacer una trampa.
Sin moverse del sillón la mató de un zapatillazo. El bicho chilló, y después mi papá cambió de canal como si no hubiera pasado nada.
El chillido de la rata indicó que mi papá ya no estaba en Okinawa.
Como a Takayama, a mi viejo tampoco le fue mal en la comedia.
Estaba leyendo una crónica para la facultad cuando pasó mi vieja por atrás.
-Ah ese es Tangalanga. Ese lo llamaba a papá a cada rato, lo volvió loco. Aparte como él es re nervioso y encima no habla bien se enojaba enseguida. Después me dijeron los otros tintoreros quién era Tangalanga. Papá se enojaba igual porque lo molestaba con que no se le entendía nada. Llamó como desde el 92’ hasta el 2006.
Los llamados eran el típico caso de reclamo falso que Tangalanga acostumbraba con las empresas de servicios. Por lo general se trataba de un traje roto, de un pantalón desteñido o jugar con la ambigüedad de un forro mal puesto en un traje. Por supuesto el alivio cómico de Tangalanga caía en el mal manejo de castellano que tiene mi viejo.
-Mire, usted me rompió el traje así que yo le voy a romper el orto.
El hablar mal siempre supuso un lugar muy reservado para los orientales en la comedia. Tal es el caso que el estacionamiento reservado que tenemos hoy en día se volvió el único lugar. El chino gracioso y el chino rudo. Hotei y Siddharta.
Hace unas semanas me había presentado para una publicidad de una marca conocida. El perfil solicitado era bastante simple, el cachet no era muy elevado y casi no tenía competencia. Pedían por un protagónico o por un secundario. Yo me había anotado para ambos pero sólo me llamaron para el rol secundario.
Cuando me acerqué a preguntar el motivo por el que no me habían llamado para el principal la respuesta fue que “no daba con el perfil”.
-El perfil era “joven entre veinte y veinticinco años, pelo oscuro y ropa elegante sport”-Le explico yo, de veintiún años, pelo negro y ropa elegante sport.
-Sí, por eso, no dabas con el perfil.
Me hizo acordar a cuando me hicieron pasar en jean y camisa el día que pedían artistas marciales con ropa deportiva.
Después de eso me quedé hablando con algunos de los chicos que trabajaban en la castinera. Me contaban que ellos no tenían poder de decisión. La ley de diversidad la cumplen metiendo minorías en los roles secundarios o extras. No necesitaban ninguna preocupación de los tintoreros, no había ningún Avispón Verde sin chofer, y el hijo de los Cubrepileta es italiano. En la castinera no podían hacer nada porque justamente ser de una minoría significaba no representar la mayoría que quería captar la empresa.
Tampoco entramos en el estereotipo popularizado de los nerds cuando en su origen, el nerd fue creado durante la Segunda Guerra Mundial como una fusión entre Hideki Tojo y el estereotipo de judío de la época.
-Además, déjense de joder, ¿tanto los discriminan a ustedes?-Insistían.
No hay visibilización. Además nos segregamos y es todavía peor. 1 de cada 800 personas en Argentina es japonesa, según el INDEC en el 2014, pero sumado a que muchos japoneses sólo se frecuentan entre ellos, los crímenes de discriminación que terminan en muerte son un número que se reduce todavía más porque los asiáticos por cuestiones culturales no suelen denunciar estos crímenes a los medios. Los casos de discriminación que no terminan en muerte, por lo general, ni siquiera se denuncian a los organismos correspondientes.
Otro de mis primos, Matías, treintaisiete años, está retando a su hijo porque no recogió los juguetes que dejó tirados en la pieza. Su hijo, Lucas, de cuatro años, está enojado porque no quiere que lo reten. Lo mira a Matías y estira los ojos con sus dedos.
-¿Qué es eso, Lucas?
-No sé, me lo hacen en el colegio cuando me molestan.
Cuando Matías va al colegio, la profesora le cuenta que los chicos están en la edad de empezar a hacer gestos y en clase a veces se levantan el dedo del medio o hacen monerías.
Al parecer, entre ellos se sacan la lengua y se hacen fuck you, pero a Lucas solamente lo miran “achinándose” los ojos.
Los hijos de japoneses no compartimos el mismo código con los demás. Al menos no por elección propia como pasaba con nuestros padres.
En la primaria, cuando empezábamos a gustar de nuestros compañeritos y compañeritas, recuerdo que habían hecho una lista de “chicos lindos y feos”. Por cómo se habían dado las cosas durante toda mi primaria, tenía la impresión de que iba a estar en la segunda lista. No.
No estaba en ninguna de las dos.
Agradar de más grandes también es un problema, tanto para japoneses como para japonesas. Ir creciendo durante la secundaria con el mito de la “banana” chica era problemático. Para las japonesas que conozco es usual que se sientan más cómodas formando pareja con orientales.
-Con los argentinos nunca sabés si le gustás en serio o si tienen un fetiche de asiáticas flexibles que hacen yoga y son geishas sumisas.
El colectivo en occidente suele interpretar a las geishas como trabajadoras sexuales. La realidad es que las geishas se dedicaban al entretenimiento; tenían un alto grado de educación para poder formar parte de cualquier conversación y eran expertas en cantar, tocar instrumentos o distintas artes para el entretenimiento de sus clientes. No mantenían relaciones sexuales con sus clientes.
Una frontera no es una linea nada más. Existen fronteras vagas…La riqueza de estos lugares vagos está conectada a la visión tradicional del espacio que tiene la gente en Japón como algo “entre medio”.
-Fujimoto Sousuke
Originalmente había considerado agregar un final que terminara de concluir lo que pienso, o por lo menos, el proceso por el cual fui llegando a una última sensación de lo que intento transmitir. Finalmente concluí que es un tanto difícil para mí llegar al final con una linda moraleja. Ni siquiera puedo comenzar a esbozar un cierre de lo que pienso. Cabe aclarar que por más que uno quiera, las circunstancias que atraviesan nuestra identidad son algo de nunca acabar y creo que es importante contar con el espacio entre empezar a problematizar y dejar de sentir el problema. Me gustaría poder rebotar entre esas dos sensaciones.
*Cada entrevistado tiene el nombre cambiado y/o sus testimonios se han fusionado para guardar sus identidades.